De Proceso
El PAN y Calderón: Involución autoritaria Álvaro delgado México, D.F., 4 de junio (apro).- Ahora resulta que lo deleznable en los gobiernos priistas es virtud en Felipe Calderón: el uso del aparato gubernamental para asaltar el poder partidista.
Efectivamente, el sábado 2 en León, Guanajuato, Calderón venció a Manuel Espino en la disputa facciosa por el control del Partido Acción Nacional (PAN), pero no se trató --como erróneamente se quiere hacer creer desde el oficialismo-- de una contienda entre la vertiente doctrinaria y la representada por la ultraderechista Organización Nacional del Yunque.
Porque, en efecto, quien obtuvo el mayor número de votos de los delegados a la Convención Nacional, César Nava Vázquez, secretario particular de Calderón, es ni más ni menos que miembro juramentado de El Yunque, la organización secreta de extrema derecha que tiene también una importante presencia en el gobierno federal.
Como Nava Vázquez, otros prominentes militantes de El Yunque se han incorporado a la facción del PAN encabezada por Calderón como parte de una estrategia pragmática de posicionamiento en el poder: una es la comisionada del Instituto Nacional de Migración, Cecilia Romero Castillo, por cierto suegra del secretario particular de Calderón, y José Luis Luege, director general de la Comisión Nacional del Agua (CNA).
Romero Castillo fue presidenta de la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem), uno de los organismos de fachada de El Yunque, y Luege fue el penúltimo presidente de Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), otro organismo creado por la organización secreta que, al frustrarse su registro como agrupación política --en 1982--, intensificó su infiltración al PAN.
Otro dato: el padre de Felipe, Luis Calderón Vega, renunció al PAN, en 1981, precisamente como consecuencia de esta infiltración patrocinada por los intereses del sector empresarial identificados particularmente con la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), como lo declaró al semanario
Proceso:
“El PAN era un partido de clases, no de clase. Ahora se pretende convertirlo en un partido empresarial. Ahí quieren llevarlo. Se han colocado los empresarios a través de Pablo Emilio Madero, Fernando Canales Clariond, Carlos Anaya, los representantes del Grupo Monterrey y Sonora”, declaró Calderón Vega en referencia a los operadores de la Coparmex.
Precisamente el padre de César Nava, César Nava Miranda, fue presidente de la Coparmex en Michoacán y adversario de Luis Calderón Vega, a tal punto que lo expulsó como profesor de la Universidad Vasco de Quiroga, institución fundada por El Yunque, del que Nava Miranda era jefe estatal.
Nava Miranda fue presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) después de que, en 1975, él y otros personajes como Francisco Xavier Salazar Sáenz, miembro del CEN y supuestamente adversario de Calderón, y Eduardo Turati, expresidente del PAN en Chihuahua, cometieron un fraude en esa agrupación, según información que denunció el presidente saliente, Francisco Quiroga, precisamente militante panista.
Por eso, haciendo historia, no hay que irse con la finta: lo acontecido el sábado en León no fue consecuencia de una deliberación ideológica, que de suyo no sólo es necesaria sino urgente en el partido de la derecha, sino una confrontación de poder para controlar y explotar a futuro la franquicia panista, como la próxima nominación de candidatos a diputados federales en las elecciones intermedias y la sucesión presidencial del 2012.
Más aún, lo ocurrido el sábado es derivación de un operativo gubernamental que comenzó apenas tomó posesión Calderón de la Presidencia de la República, el 1 de diciembre, y siguió con la compra de lealtades mediante el ofrecimiento de chambas, más aún de las que públicamente imputaron integrantes de la facción de Espino.
Un ejemplo claro es esto es Veracruz: Alejandro Vázquez Cuervas, presidente estatal del PAN y militante del Yunque, era afín a Espino, pero canjeó su lealtad a Calderón a partir de que su hermano Alfonso fue nombrado --curiosamente en abril-- delegado de la Secretaría del Trabajo, a pesar de que no terminó ni la secundaria y ha sido exhibido en video en actos de corrupción.
El “Pipo” fue uno de los organizadores de la rechifla a Espino, junto con el senador Ulises Ramírez, del Estado de México: la noche del viernes, en el hotel Radisson, aleccionaron a las delegaciones de esos estados, a las que se sumaron las de Zacatecas y del Distrito Federal, al mando de Mariana Gómez del Campo, sobrina de Calderón Hinojosa.
En los próximos días cristalizará una porción de la maniobra desde el gobierno para que Calderón se apodere del PAN, cosa que todavía no es segura: habrán de nombrarse en todos los estados los delegados de las dependencias federales y un simple cruce de nombres acreditará el operativo diseñado entre otros altos funcionarios por Juan Camilo Mouriño.
Por ahora César Nava y Germán Martínez, lugartenientes de Calderón y cuyo entrenamiento en la presidencia del PAN acreditará la subordinación del PAN al gobierno, pueden estar satisfechos por el coro de jilgueros del oficialismo de siempre y el nuevo, que proclaman su sagacidad para “tomar el control” de ese partido que, según el libreto, ha obstaculizado su administración.
¿Pero alguien puede decir en qué se ha opuesto el PAN de Espino a las medidas gubernamentales? Salvo información en contrario, el PAN no se ha opuesto a ningún proyecto del gobierno ni ha protestado, por ejemplo, por el alza en los precios de los productos básicos, no solamente como la tortilla, sino que los justifica.
Tampoco el PAN de Espino se opone a la privatización del sector energético, sino que lo promueve, ni censura los más de 3 mil 700 millones de pesos en imagen para Calderón, ni protesta por los 67 millones de pesos que regaló el gobernador de Jalisco, Emilio González, a Televisa. ¿Cuál oposición u obstáculo al gobierno? No, el asunto es sólo de control del PAN para apoderarse de la franquicia, reeditando la subordinación de partido al jefe del Ejecutivo legal.
Ese apetito de poder de Calderón sólo revela otro factor de involución autoritaria.
ApuntesEn la Asamblea Nacional del PAN en León --que viene siendo algo así como ‘Yunquépolis’, por la prominente presencia de militantes juramentados-- dos hechos acreditan el talante democrático en la actualidad: la silbatina a Espino lo exhibe como un partido que no es capaz de escuchar a quien no es sólo formalmente su presidente, sino que es una institución que se le da hasta el nombre de “jefe nacional”, y que la libertad individual de sus militantes --en este caso delegados-- se ha degradado al buscarse el voto corporativo mediante el repartido de listas. O quizá así entienden la “dignidad de la persona humana” de la que se ufanan en ese partido… Más allá de si es auténtico o es un montaje, el video que circula profusamente en la red de Internet sobre una ceremonia de juramentación de El Yunque corresponde a la que suele celebrarse --sí, todavía-- en las células básicas de esa organización secreta de ultraderecha.
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