Algo de Proceso
Calderón: La grotesca impostura
Álvaro Delgado
México, D.F., 4 de diciembre (apro).- Todavía tembloroso y colorado por la gresca suscitada a su alrededor, cuando apenas llegaba, Santiago Creel veía con estupor la escena: Rodeado de un enjambre de militares que lo condujeron por un pasadizo que desemboca en un agujero custodiado, a su vez, por una turba de diputados y senadores, apóstoles de la legalidad y custodios del Estado de derecho, Felipe Calderón estaba frente a él y, concluido en tres minutos el trámite, desapareció.
--¿No es ominoso entrar y salir por la puerta de atrás? --le pregunté.
--Entrar al recinto legislativo de San Lázaro siempre es un honor.
--¿Pero para un jefe del Ejecutivo?
--El presidente del Congreso, que es la máxima autoridad, entra precisamente del salón trasbanderas, siempre.
--Esta estampa a marca a Calderón.
--Para bien.
--¿Para bien? ¿Entrar y salir por la puerta trasera?
--Por donde sale siempre el presidente de nuestro Congreso.
Para Creel, como para todos los diputados y senadores del Partido Acción Nacional (PAN), pero sobre todo para los patrocinadores financieros, lo de menos era cómo cumplir el rito, la mañana del viernes 1: Si con guerra sucia hicieron cuadrar cómputos en las elecciones del 2 de julio, a como diera lugar --aun con desfiguros-- había que imponer la banda a Calderón.
“Es el día más triste de mi vida”, me decía por su parte un extrañamente impertérrito Juan José Rodríguez Prats, que conocí hace más de 12 años en Tabasco, recién converso del priismo al panismo.
--¿Por qué, senador, si ya se consumó lo que anhelaba?
--No, por lo que estamos viendo --y señaló el amontonamiento de panistas trepados en la tribuna y que, paulatinamente, se iban marchando tras la unción de Calderón.
--Pues sí, Calderón entró y salió por la puerta.
--Bueno --reaccionó--, dicen que el diablo se pasa pidiéndole a Dios lo excelente para que no se haga lo bueno.
--¿Eso qué quiere decir?
--Que estás pidiendo que, ¡uta!, entre por adelante. Está haciendo lo que la ley dice. ¡Ya!
--¿Pero no es ominoso?
--No, no, no. Lo importante es que la ceremonia se efectúe. No exijas lo excelente. Confórmate con lo bueno.
Pues sí, los panistas --los viejos y los nuevos como Creel y Rodríguez Prats-- ya se ha visto que se conforman con lo “bueno”, ya de por sí cuestionable. Eso mismo lo hicieron con Carlos Salinas en
No hay grandeza en lo que nació malformado: Ya se ha visto con la integración del gabinete, con los convocados a las primeras ceremonias --en primera fila los patrocinadores-- y las definiciones políticas para usar las tropas del Ejército y las policías para sofocar problemas sociales o simples inconformidades.
Tampoco hay grandeza en la austeridad anunciada por Calderón –que pretende emular a Juárez--, ni en las citas a José María Morelos, porque no se ve cómo es auténtica la proclama de modular la opulencia y la indigencia. Es sólo propaganda. Aunque ya no será el águila mocha --sustituida por el Escudo Nacional--, de todos modos prevalecerá la tormenta de promocionales, día y noche, por radio y televisión.
Calderón y su séquito están marcados. Y no se ve por dónde rebasen a sus opositores por la izquierda.
Apuntes
El Fobaproa --que pulverizará, aun en caso de ser cierto, el ahorro de 25 mil millones de pesos del plan de austeridad de Calderón-- está más que presente: Resulta que el nuevo gobierno propone como secretaria ejecutiva del Instituto para
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Etiquetas: Álvaro Delgado, Análisis, Calderón, Medios de Comunicación
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